viernes, 27 de marzo de 2009

Hitchcock para principiantes: 7 obras maestras que no debes perderte

Hitchcock es una buena forma para empezar a adentrarse en el cine clásico. Su cine es fácil de ver, accesible a cualquier tipo de público y, sobre todo, buenísimo.

La filmografía de Alfred Hitchcock es extensísima y abarca los años que van desde 1925 a 1976. Esta larga carrera se puede dividir en varias etapas. La primera, la etapa muda, llegaría hasta 1929. Durante los 10 años siguientes siguió trabajando en Inglaterra hasta que su éxito y prestigió le permitieron dar el salto a Hollywood, donde trabajó hasta el fin de su carrera a excepción de una única película, la magnífica “Frenesí” (1972) que rodó en Londres con nacionalidad británica.

Durante esos años se convirtió en el cineasta más popular de su generación, construyendo una carrera llena de éxitos tanto de público como de crítica realizando varias obras maestras, películas esenciales en la historia del cine. Cada cual tendrá sus preferidas y yo aquí recomiendo las mías para los que quieran introducirse en el mundo de Hitchcock:

La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943)

Es la sexta película que rodó en Estados Unidos y, según sus propias palabras, su preferida. La historia trascurre en Santa Rosa, un pueblecito de California en el que una jovencita espera ansiosa la visita de su encantador tío, un hombre seductor, elegante, misterioso… y asesino. Todo en la película es brillante, desde las interpretaciones (inquietante Joseph Cotten) hasta el creciente suspense que llega a su cota máxima en la escena final del tren (transporte muy frecuente en el cine de Hitchcock).

Encadenados (Notorious, 1946)

Paradigma del cine de espías en versión hitchcockniana protagonizada por dos de sus intérpretes preferidos: Cary Grant, en el papel de un agente de Inteligencia estadounidense, e Ingrid Bergman, la hija de un espía nazi condenado que a fin de lavar su imagen y enamorada del agente, accede a desenmascarar a Alexander Sebatian, cerebro del espionaje nazi. Se trata de una película sencillamente perfecta. Cada escena, cada diálogo, cada mirada y cada plano están repletos de tensión, inteligencia y maestría. Una película imprescindible.

La ventana indiscreta (Rear window, 1954)

Una de las películas más famosas de Hitchcock y toda una demostración de talento y dominio del lenguaje cinematográfico. No hay más que ver el arranque de la película, un travelling a través de una serie de objetos en el que, sin una sola palabra, se nos cuenta perfectamente las razones por las que el protagonista de la historia (un extraordinario James Stewart que interpreta a un fotógrafo que ha sufrido un accidente), se encuentra postrado en su apartamento con una pierna rota. El aburrimiento en un caluroso verano le llevará a espiar las ventanas de su vecindario hasta que cree haber descubierto un asesinato que está dispuesto a demostrar. Una de las películas más apasionantes de Alfred Hitchcock y su segunda colaboración con la bella y gélida Grace Kelly.

De entre los muertos (Vertigo, 1958)

Más conocida por su título original, Vertigo es casi con toda seguridad, la película más profunda, oscura y melancólica de Hitchcock. Un policía (de nuevo un extraordinario James Stewart) se ve obligado a retirarse por padecer vértigo. Decide entonces trabajar como detective privado y aceptar el caso de un antiguo compañero de estudios que le pide que vigile a su mujer, una bella y misteriosa mujer que está obsesionada con su pasado. Para mí, la mejor película de Hitchcock. Apasionante de principio a fin, negra como el carbón, hipnótica y desesperada, supone además una de las colaboraciones más brillantes entre el director y el compositor Bernard Herrmann. Asomarse al abismo de la locura, del paso del tiempo con el fin último de la muerte, el engaño maquiavélico y el amor imposible nunca fue tan fascinante como en esta película mil veces citada-homenajeada-plagiada. Una de las cotas más altas del Séptimo Arte.

Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959)

Al contrario que la anterior, esta película es la agilidad, el divertimento y el ritmo frenético convertidos en cine. Se trata de una especie de recapitulación de todas las películas de espías que Hitchcock había realizado hasta entonces, mejorada y con más medios de producción. “Con la muerte en los talones” es todo un espectáculo de acción, ingenio (atención a los rápidos e inteligentes diálogos), suspense, diversión y talento protagonizado con un carismático Cary Grant en el papel de un publicista que es confundido con un agente del gobierno llamado George Kaplan por una organización de espionaje. Nuestro protagonista se pasará toda la película huyendo de sus perseguidores, intentando aclarar el equívoco y salvar su vida a un ritmo frenético marcado por un montaje trepidante y la adictiva música de Bernard Herrmann. Una de las películas más divertidas y brillantes de su director.

Psicosis (Psycho, 1960)
Si no fuera porque estamos hartos de ver una y otra vez la escena de la ducha, nos daríamos cuenta del enorme impacto que debió producir en la época de su estreno esta película negra, macabra, desasosegante y genial. Toda una provocación trufada de violencia, complejos de Edipo, fetichismo, erotismo malsano, asesinatos y muerte en la que Hitchcock se atrevió a lo nunca visto hasta entonces: matar a la protagonista a los 45 minutos de película. Inolvidable banda sonora de Bernard Herrmann. "Psicosis" nació como una película pequeña, barata, rodada con un equipo reducido de televisión y terminó convirtiéndose en la película más taquillera de Hitchcock y en un auténtico icono del cine de terror de todos los tiempos.

Los Pájaros (The Birds, 1963)

Para muchos, la última obra maestra de Alfred Hitchcock. De nuevo, una apasionante película de terror centrada en los inexplicables ataques de pájaros que se producen en un pequeño pueblo llamado Bodega Bay. Tippi Hedren, representando a la eterna heroína hitchcockniana, rubia, bella, elegante y fría, sufre aquí todo tipo de desgracias hasta llegar a un desenlace tan polémico como inteligente. Una demostración más del enorme talento de Alfred Hitchcock y, curiosamente, una película en la que no se oye ni una sola nota de música.

Los maravillosos títulos de crédito de "Vertigo", diseñados por Saul Bass

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