miércoles, 8 de julio de 2009

Alex de la Iglesia

Hace a penas unas semanas, Alex de la Iglesia fue elegido Presidente de la Academia de Cine. He leído algunas de las muchas entrevistas que ha concedido últimamente y creo que dice cosas muy sensatas. Me cae bien y creo que puede aportar buenas ideas. Espero que tenga suerte en esta nueva actividad.

Pero lo que más me interesa comentar es su trayectoria como director de cine. Alex de la Iglesia fue uno de los cineastas que aportaron nuevos aires al cine español de los años 90. Su debut en el largometraje coincidió en el tiempo con el de otros directores como Enrique Urbizu, Juanma Bajo Ulloa o Julio Medem, formando un grupo ecléctico de nuevos nombres que aportaron frescura, nuevas ideas y un mayor contacto con el público joven.

Licenciado en Filosofía por la Universidad de Deusto, su filmografía bebe directamente de su admiración por el cine clásico y muestra claras referencias a Luís García Berlanga, el esperpento o “El extraño viaje” de Fernando Fernán Gómez. Los personajes de sus películas suelen ser perdedores a los que el director trata con tanta crueldad como ternura. Otra de sus características más distintivas es el cuidado visual que imprime en todas sus películas.

Antes de su primer largometraje, este director bilbaíno había trabajado como director artístico y dirigido su famoso cortometraje “Mirindas asesinas”, que ya daba cuenta del sentido del humor negro y violento característico de su cine.

Con ese bagaje, Pedro y Agustín Almodóvar produjeron su primer largometraje, “Acción mutante” (1992), comedia de ciencia ficción que llamó poderosamente la atención por su originalidad y descaro. Una historia disparatada y cáustica que se convirtió en un referente para los amantes de la serie B.

A partir de entonces y a lo largo de su trayectoria se ha ido rodeando de un equipo al que se irían sumando nombres habituales en su cine: el guionista Jorge Guerricaechevarría, el fotógrafo Kiko de la Rica, el músico Roque Baños o los intérpretes Alex Angulo, Terele Pávez, Sancho Gracia, María Asquerino, Manuel Tallafe, Leonor Watling, Ramón Barea o Enrique Villén, entre otros.

Tres años después “El día de la bestia” (1995) alcanzó un gran éxito de taquilla y catapultó a Alex de la Iglesia a una gran popularidad. Una historia apocalíptica y repleta de referencias satánicas, acción y humor negro que además de obtener el reconocimiento casi unánime de la crítica, ha permanecido como uno de los títulos más divertidos y atractivos del cine español de los 90.

Gracias a este éxito, se embarcó en su primer largometraje de encargo rodado en inglés, “Perdita Durango” (1997), un proyecto ambicioso y parcialmente fallido protagonizado por Javier Bardem y Rosie Pérez. Dos años después consigue con “Muertos de risa” (1999) el mayor taquillazo de su carrera hasta ahora. Una comedia repleta de humor tan negro como ingenioso con los populares Santiago Segura y Gran Wyoming como protagonistas.

En el año 2000, estrena otro gran éxito de taquilla, “La comunidad”, película protagonizada por Carmen Maura y un lujoso y amplio elenco de secundarios que trata sobre la ambición desmedida y las miserias humanas. Fue muy celebrada por la crítica y probablemente, junto a “El día de la bestia”, sigue siendo su mejor obra.

Tras esta serie de éxitos de taquilla, Alex de la Iglesia se lanza a autoproducir su siguiente largometraje, la despendolada “800 balas”, un homenaje a los “spaghetti westerns” rodados en Almería y un reconocimiento al trabajo de los especialistas en el cine que no consiguió el favor del público y dividió a la crítica.

Dos años después estrena “Crimen ferpecto” (2004), divertida comedia en la que un ambicioso vendedor de unos grandes almacenes se ve chantajeado por la testigo de un involuntario homicidio. Ese mismo año trabaja en el proyecto apadrinado por Narciso Ibáñez Serrador “Películas para no dormir”, contribuyendo con el telefilm “La habitación del niño”, una interesante historia que carece del humor habitual en su cine para adentrarse en el terror psicológico.

Su último largometraje hasta el momento es “Los crímenes de Oxford” (2008), nuevo largometraje rodado en inglés y basado en una obra ajena. Película de suspense y de nuevo carente del sentido del humor habitual en su cine, “Los crímenes de Oxford” narra la historia de un estudiante estadounidense que se enfrenta a una serie de crímenes en la ciudad de Oxford y supuso un nuevo éxito de taquilla en su carrera.

Ese mismo año regresa a la televisión para rodar la serie de humor y ciencia ficción “Plutón BRB Nero”, emitida por La 2 y convertida en poco tiempo en serie de culto.

Durante estos años, además ha rodado varios cortometrajes, habitualmente sencillos proyectos para internet. Su próximo proyecto cinematográfico, será otra ambiciosa producción rodada en inglés llamada “La marca amarilla”.

martes, 7 de julio de 2009

Dos hombres y un destino (1969)

El otro día volví a ver este clásico del oeste de finales de los años 60. Se trata de una película que alcanzó una tremenda popularidad en su época. Su título original es "Butch Cassidy & the Sundance kid".

Basada en una historia real, en el fondo “Dos hombres y un destino” no pretende ajustarse a la realidad de los hechos, sino que se decanta por una historia de aventuras, en la que dos pistoleros se dedican a asaltar los bancos del estado de Wyoming y el correo ferroviario de la Union Pacific hasta que se ven obligados a huir a Bolivia perseguidos por una banda de hombres formada para acabar con ellos.

Lo que en principio podía ser una sencilla comedia de acción repleta de chistes más o menos conseguidos, se convierte en manos del director George Roy Hill en todo un tratado de la amistad, la lealtad y las ansias de libertad. A ello hay que añadir unas excelentes interpretaciones y una puesta en escena brillante, incluyendo la estupenda fotografía.

La película está repleta de escenas memorables, como al paseo en bicicleta al ritmo de “Raindrops keep falling on my head”, el salto a los rápidos o el emocionante final.

Paul Newman, que interpreta al simpático y carismático Butch Cassidy, ya era una gran estrella cuando se estrenó la película, mientras que para Robert Redford, que encarna al introvertido y poco hablador Sundance Kid, supuso el espaldarazo definitivo a su carrera, convirtiéndose en una de las estrellas más importantes de la siguiente década. Con los años, Redford creó una escuela y posteriormente un festival de cine llamados "Sundance" en homenaje al personaje que le dió la fama.

"Western" atípico donde los haya, “Dos hombres y un destino” recibió malas críticas en el momento de su estreno pero el público respondió de forma entusiasta y el tiempo la ha colocado en el lugar que merece, el de los clásicos.