
Las principales características técnicas de su cine son una cuidada estética y un minucioso uso de la cámara y el montaje. Una irónica y nada complaciente descripción de la América profunda es un elemento habitual en su filmografía, así como el retrato de personajes perdedores y siempre al filo de la navaja. Sus películas casi siempre se mueven entre la comedia y el cine negro, en muchas ocasiones mezclando con una gran originalidad ambos géneros.
Aunque parezca mentira, los Coen llevan ya 25 años realizando películas. Su debút en el largometraje se produjo en 1984 con “Sangre fácil”, una película de cine negro de bajo presupuesto, argumento no muy original pero con un tratamiento que no repetía del todo los esquemas habituales del género.
Su segunda película, la alocada y fallida “Arizona baby” (1987), coloca a los directores en el punto de mira del gran pública. La crítica se deshace en elogios con “Muerte entre las flores” (1990), magnífica recreación del cine negro de los años 40 en una de sus películas más brillantes.

En 1994 estrenan “El gran salto”, comedia con elementos del cine de Frank Cappra que dispuso de un presupuesto más amplio de lo habitual en su cine. La consagración total de su carrera tanto para la crítica como para el gran público llegó en 1996 con la excelente “Fargo”, mezcla de cine negro y comedia macabra que deslumbró a medio mundo.


“Ladykillers” (2004), divertidísimo remake de la comedia británica “El quinteto de la muerte” (1955), precede a “No es país para viejos” (2006), violenta, pesimista y brillante película de cine negro con la que los hermanos Coen entran en el reino de los grandes al hacerse, entre otros, con el Oscar a la mejor película. Con su último largometraje hasta la fecha, “Quemar después de leer” (2008), regresan a la comedia gamberra.

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