miércoles, 7 de enero de 2009

Arrebato, de Iván Zulueta

"Arrebato" pasa por ser la más conocida película maldita del cine español. Se diría que es "la película de culto oficial" de la cinematografía española. A ello contribuyen muchas cosas: la mayoritaria indiferencia con que fue recibida en su estreno, el bajísimo presupuesto con que fue realizada, su caótico rodaje, los múltiples significados que se han dado a su sorprendente historia y su director, el donostiarra Iván Zulueta, auténtica "rara avis" del cine español.

El rodaje de la película se realizó en 1979 y, a pesar de su dificultosa gestación, los resultados dieron de sí una de las películas más apasionantes, enigmáticas, inquietantes y sinceras del cine español.

Las interpretaciones de "Arrebato" son muchas y variadas. Su productor, Augusto M. Torres, asegura que es una apología de las drogas y el suicidio. Otros, como los protagonistas Eusebio Poncela, Cecilia Roth, Will More y, sobre todo, Marta Fernández Muro, no están nada de acuerdo con esta afirmación. Iván Zulueta calla. En sus poquísimas apariciones públicas desde el estreno de la película en 1980, prefiere hablar de las anécdotas que rodearon el rodaje y sus pasiones cinematográficas. Las interpretaciones quedan para los demás.

En la película, José Sirgado es un cineasta de serie B que se encuentra desencantado con el cine y con la problemática relación sentimental que mantiene con Ana, actriz drogodependiente que protagoniza sus películas. José recibe un paquete de Pedro P., enigmático personaje apasionado por el cine al que conoció un año antes y del que no volvió a saber. El paquete contiene una cinta de audio y una película que José se dispone a ver. En ellas (película y cinta de audio) Pedro P. cuenta las peripecias que vivió en el último año, desde que José le regaló un temporizador para su cámara de cine. Gracias a él, Pedro encontró el ritmo preciso para las imágenes que rueda. La fascinación que la cámara despierta en Pedro le llevará a un proceso de fagocitación que arrastrará también a José.

Extraña, absorbente, semiexperimental, unas veces incómoda y otras apasionante, "Arrebato" es una experiencia en la que Iván Zulueta se desnudó por completo, narrando con atrevimiento y desparpajo una historia de vampiros modernos oscura, tenebrosa y fascinante. Antonio Gasset dijo de ella que "no es perfecta, ni falta que le hace", mientras que Jaime Chavarri aseguraba que es una obra maestra porque "las obras maestras no son las películas perfectas, sino aquellas que son capaces de trasmitir mayor verdad durante más tiempo". La película tiene algunas deficiencias técnicas, fruto casi siempre de su escaso presupuesto, pero también resulta tan hipnótica y sorprendente que es capaz de arrastrar al espectador mediante una elaboradísima estructura narrativa a través de una historia tan imposible como sorprendentemente inquietante.

"Arrebato" nos recuerda la necesidad de mantener en la edad adulta algo de aquel niño que fuimos, cuando nos dejábamos fascinar por objetos o imágenes aparentemente anodinos (una muñeca de Betty Boop, una colección de cromos de "Las minas del Rey Salomón"…), pero capaces de mantenernos en éxtasis, hipnotizados, con la posibilidad de perder la noción del tiempo y la realidad, arrebatados. José Sirgado se ha hecho adulto y ha perdido esa pasión por las cosas. Ana trata de encontrar ese arrebato a través de la heroína y Pedro P. a través del cine.

Pedro P. es, por tanto, un extravagante y enigmático Peter Pan que viene a salvar a José de su apatía, a recordarle que aún es posible recuperar la pasión y el arrebato propios de la niñez. Él lo ha conseguido al filmarse a sí mismo cuando duerme mientras la cámara lo atrapa poco a poco y, cual vampírica versión de Alicia en el país de las maravillas, invita a José a pasar con él al otro lado del espejo. Sin embargo, el precio por experimentar ese éxtasis (bien sea a través del cine o de la heroína) puede resultar caro. La cuestión es hasta qué punto está dispuesto a llegar cada uno de los personajes… o cada uno de nosotros.

Iván Zulueta llegó demasiado lejos y poco después del estreno de la película hubo de iniciar un proceso de desintoxicación para superar su adicción a la heroína que probablemente le impidió continuar con su carrera cinematográfica, suspendida desde hace casi 30 años.

Y es que, como dice José Sirgado al comienzo de "Arrebato" en una frase involuntariamente premonitoria: "No es a mí a quien le gusta el cine, sino al cine al que le gusto yo".



Iván Zulueta, Festival de Málaga, abril de 2008:


"El recuerdo de la película es fabuloso, como tocar el cielo. El rodaje fue la mezcla de todo lo soñado. Luego, claro, me hubiera gustado trabajar mucho más el guión, haber tenido más tiempo, pero de repente se dieron las condiciones y nos lanzamos, había que terminar aquello como fuese a costa de la planificación (…) La he visto sólo seis veces. He intentado muchas más volver a sentarme frente a ella, pero es imposible. Duele demasiado".



"Llevaba ya mucho tiempo metido en drogas y creía, claro, que lo llevaba bien. Lo aproveché al rodaje pero aquello se desmadró, el rodaje duró mucho más de lo previsto y el montaje se hizo eterno. Cuando terminamos me fui a Ibiza para desconectar y regresé peor. Desde entonces, las situaciones familiares me han obligado a no salir de San Sebastián. Tengo muchos problemas para trabajar, quiero hacer cine pero me cuesta muchísimo pasar de la página en blanco. El problema es que en Euskadi no se distribuye la metadona de manera terapéutica, como en otros sitios, y me resulta difícil encontrarla. Después de Arrebato hice algunos carteles de cine, pero me cuesta demasiado y los últimos que terminé no me gustan".

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