domingo, 21 de diciembre de 2008

Mike Oldfield

Creo que es bueno conocer un poco la biografía de un artista (sea pintor, músico, cineasta…) para valorar más justamente su obra porque ayuda a contextualizarla y a encontrar en ella nuevos significados.

La primera cinta que me compré (en aquella época en casa de mis padres no había tocadiscos) fue "The Complete" de Mike Oldfield. Yo tenía 11 años y me sirvió para ir conociendo la trayectoria de este músico hasta ese momento (año 1985). Anteriormente, sólo conocía "Tubular bells", que ya en aquel momento me parecía una obra maestra y me lo sigue pareciendo. También había escuchado en la radio algunas de sus canciones pop más conocidas como “Moonlight shadow”, “Family man”, “To France”, “Shadow on the wall” o “Five miles out”.

En mi opinión, la primera etapa de su carrera es una genialidad, "Tubular bells" (1973), "Hergest ridge" (1974) y "Ommadawn" (1975) son auténticas maravillas. Siempre he pensado que "Incantations" (1978) está mejor conseguida en la versión en directo de "Exposed" (1979) que en la grabación original.

Por aquella época, Oldfield era un joven introvertido que arrastraba desde la adolescencia una serie de traumas que se agravaron por los recuerdos de una familia desestructurada y abundantes ingestas de alcohol y drogas. A finales de los 70 se sometió a una terapia conocida como exégenis que lo convirtió en un tipo más sociable y seguro de sí mismo (a veces demasiado) pero no curó sus problemas psicológicos.

Esta nueva personalidad influyó en su música y comenzó a materializarse en "Platinum" (1979), un álbum más accesible al gran público, acorde con los nuevos sonidos próximos a la llegada de los 80. Hasta "Crisis" (1983) su música, en general, me sigue pareciendo de altísima calidad. En aquella época fue además cuando más giras hizo y sus conciertos eran fantásticos, sobre todo los de 1984, de la época de "Discovery".



Es cierto que a partir de "Island" (1987) empezaron los fuertes altibajos. Naderías y momentos brillantes se entremezclaban sorprendentemente. "Amarok" (1990) me parece un trabajo sensacional, caótico, brillante, experimental... a la altura de su genio. "Guitars" (1999) y "Tr3s lunas" (2002) me parecen, en su sencillez, discos injustamente maltratados pero "Tubular bells 3" (1998) y "Millenium bell" (1999) los encuentro más flojos, a ratos difícilmente justificables.

En los últimos 20 años, creo que Mike Oldfield nos ha dado demasiados disgustos y algunos momentos de gloria ("Mont St. Michel" creo que está a la altura de sus mejores obras). Lo cierto es que estos altibajos musicales se corresponden con los vaivenes en sus problemas psicológicos que, lejos de desaparecer, han seguido acosando al músico británico en forma de extravagancias (publicando anuncios en busca de pareja, siendo detenido por conducir borracho en Ibiza…) o ataques de pánico que él mismo ha confesado en público. Esto le ha llevado a seguir probando todo tipo de terapias de meditación que, lógicamente, han influido en su música. Métodos de relajación que se han traducido en una música más sencilla, plácida y mansa. Para algunos más monótona y aburrida. Sinceramente, dadas las circunstancias, creo que nos tenía mal acostumbrados y le exigimos demasiado.

A comienzos de este año, Mike Oldfield publicó "Music of the Spheres", una obra que nos devuelve el paraíso. Para mí gusto, lo mejor que ha publicado desde 1990. Una pieza sinfónica más cercana a sus trabajos de los años 70 pero esta vez escrita para orquesta. Los resultados me parecen de una enorme belleza. Como si con esta obra hubiera echado los restos, Oldfield asegura que se retira de la música pero, sabiendo que es uno de los músicos a los que más se le puede recordar eso de "donde dije digo, digo Diego", espero que dentro de un tiempo prudencial nos vuelva a mostrar algo de todo ese talento que parece no haber perdido.

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